Morelia, Michoacán; a 02 de noviembre del 2018.- El personaje más reconocido de la cultura popular mexicana es La Catrina, una “calavera” que porta un enorme sombrero con plumas de pavo real, en clara alusión a la elegancia afrancesada que imperaba en los altos estratos de la sociedad porfiriana de finales del siglo XIX y principios del XX.
El supuesto afrancesamiento de esa calavera se ve tan sólo en el sombrero porque, de suyo, se trata de una crítica social contra la gente de la época que trataba de aparentar lo que no era, por eso el esqueleto de ésta está desnudo como afirmación de que se trataba de “unas encueradas muertas de hambre que se la daban de alta sociedad”.Es decir que lo que José Guadalupe Posada grabó no fue una apología ni un elogio, sino que su motivo gráfico fue la caricaturización de aquellas a las que él consideraba incongruentes con su realidad, porque intentaban copiar a las damas de alcurnia de la época. Por ello el nombre real de esa supuesta catrina es Calavera Garbancera, refiriéndose a las mujeres indias y/o mestizas que renegaban del estrato social al que pertenecían.
EL AUTOR
José Guadalupe Posada fue un grabador genial que retrató con fidelidad, pero también con corrosiva ironía, a hombres y mujeres de toda una época, amén de que fustigó con su crítica puntual y corrosiva a políticos y gobernantes, así como a toda aquella persona y personaje que a su juicio merecía ser presa del escarnio público por abusivo, deshonesto, arbitrario, criminal o ladrón.
La mal llamada catrina es solamente uno de los miles de grabados que realizó el genial artista originario de Aguascalientes, quien se distinguió por ser un creador prolífico que denunciaba, demandaba y fustigaba valientemente al régimen opresor de Porfirio Díaz y a todos sus compinches, pero que también apuntaba errores, defectos y desequilibrios de todos los demás individuos de la vida pública, así como a los oficiantes de cualquier ámbito del quehacer humano, por eso podemos encontrar en sus caricaturas denominadas calaveras a Emiliano Zapata, Francisco I. Madero y Venustiano Carranza, por ejemplo.
La hoy conocida como La Catrina apareció por primera vez en una Hoja Volante acompañada con una calavera literaria que fustigaba a las mujeres que "querían gustar".
La Hoja Volante era eso, una hoja impresa que se vendía en las calles de la Ciudad de México a modo de periódico, las que eran adquiridas por el populacho para carcajearse de sus gobernantes y de aquellos que de una u otra manera los explotaban y vejaban.
José Guadalupe Posada murió en la capital del país el 20 de enero de 1913 a la edad de 61 años sin gloria ni fama, y sus restos fueron lanzados a una fosa común.
LA CATRINA DE DIEGO RIVERA
El pintor guanajuatense Diego Rivera, conocido y reconocido por formar parte de la trilogía de los grandes muralistas mexicanos al lado de José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros, fue un furibundo admirador de José Guadalupe Posada, a quien consideró siempre como un artista fuera de serie y sin parangón.
Queriendo rendir homenaje al “artista que retrató una época”, Diego Rivera pintó en 1947 el mural "Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central", en el que el personaje icónico es, precisamente, una variación de La Calavera Garbancera de José Guadalupe Posada.
La variación de Rivera radica en que el muralista y pintor de caballete guanajuatense pintó una “calavera” de cuerpo entero a la que le afinó el sombrero, le puso vestido, le colocó una estola en los hombros, le quitó el carácter caricaturesco y la presentó como una dama realmente sofisticada.
Diego Rivera le dio entonces el nombre de La Catrina, misma que aparece en el mural tomada del brazo de José Guadalupe Posada, quien irónicamente está vestido con traje, corbata, bombín y bastón, es decir como todo un catrín.
En la pintura de referencia, misma que se puede visitar en la Casa Museo Mural Diego Rivera, en la Ciudad de México, La Catrina lleva de la mano al niño Diego Rivera de nueve años, quien está delante de Frida Kalho. En total aparecen allí más de 100 personajes de cuatro siglos de historia de nuestro país.
A partir de 1950 La Garbancera fue reconocida como La Catrina y, paradójicamente, la indumentaria con que Diego Rivera dotó en el mural a José Guadalupe Posada ha sido el modelo más socorrido para representar a El Catrín, lo que de suyo resulta un despropósito porque el grabador hidrocálido terminó convertido en aquello que detestó y caricaturizó a través de La Garbancera.
LAS DE CAPULA
El Catrín y La Catrina forman parte de los elementos centrales del culto mexicano a la muerte, porque son representados de una y mil maneras, lo mismo en dibujos y pinturas, papel crepé, videos, películas, esculturas, etc.
¿Pero, cuándo, dónde y debido a quién La Catrina dio el salto de la pintura a lo tridimensional?
La pregunta tiene una pronta respuesta ya que fue Juan Torres Calderón, pintor y escultor originario de Capúla, Michoacán, es quien a mediados de la década de los años 80 del siglo anterior creó La Catrina de barro y la entregó como legado a su pueblo natal, donde hoy se crea en grandes cantidades como artesanía con sello de origen.
ESCULTURAS VIVIENTES
A ciento cuatro años de la creación de La Garbancera y a 69 de que Diego Rivera la reinventó como La Catrina, ese personaje, lo mismo que El Catrín, cobran vida cada año a finales de octubre y a principios de noviembre, porque es caracterizada por niños, jóvenes y adultos que participan en festivales, desfiles, concursos, exhibiciones o fiestas de disfraces.
Pero los ámbitos de la Catrina no se circunscriben sólo al contexto nacional, sino que se le puede encontrar fácilmente en otros países, sobre todo en Estados Unidos como uno de los disfraces que se usan dentro del Halloween.
Es decir que tanto La Catrina como El Catrín no se contentan con ser los personajes más socorridos de la cultura popular mexicana, sino que ahora cobran cada día más reconocimiento en todo el mundo. Así sea.