Pátzcuaro, Michoacán, a 31 de octubre de 2024.- Como cada año, la señora Lourdes Trinidad es fiel a sus tradiciones y costumbres en la isla de Janitzio, que es donde vive y realiza los preparativos de la Noche de Muertos, fecha en que ofrenda a sus difuntos las delicias gastronómicas que disfrutaron en vida.
Primero son los tamales, luego el pan y la comida que colocará en el altar, en el que las velas y veladoras no pueden faltar, pues estas son ya una costumbre ancestral que aprendió de su madre desde muy pequeña. “Me decía, ‘ya párate y apúrate porque nos vamos al panteón’. Y ya me iba ahí y ahí me dormía”, recuerda.
En estos días, dice con emoción, su pensamiento se centra en las cosas que debe comprar y en lo que va a preparar para la noche, ya que para ella estar en el cementerio es lo más importante.
“Yo no me siento a gusto si nada más llevo una ofrenda”, externa al mismo tiempo en que comparte que en la Noche de Muertos no sólo recuerda al familiar más cercano como su esposo, sino a sus padres y sus abuelas y abuelos que también vivieron esta tradición.
Como ella da cuenta, la comunidad purépecha de Janitzio ha mantenido viva esta tradición por siglos y cada año, la isla se convierte de una de las celebraciones más emblemáticas de todo México.