Compartir
Twittear
MensajearCiudad de México, a 20 de septiembre de 2024.- Viene el décimo aniversario del caso Ayotzinapa, una manifestación más de la desaparición forzada en México, que ya tiene una lista de 115.000 personas. Por sus implicaciones políticas y sociales, al de la normal se le considera uno de los crímenes de la historia reciente de México de mayor impacto.
El caso generó conmoción debido a que las víctimas eran estudiantes y también por el relato, nada ameno, de que los jóvenes pudieron haber sido apilados y quemados en una hoguera para después arrojar sus cenizas a un río, una versión que luego se descubrió como algo falso y que fue maquinado desde las más altas instancias del poder.
Lo que se conoce hasta el momento es que, en este caso, los normalistas fueron víctimas de un estado coludido con el crimen organizado para posibilitar el tráfico de heroína, algo que incluyó a autoridades locales, estatales y federales, fuerzas de seguridad y militares.
Han pasado dos administraciones federales, detenidos y una investigación llena de irregularidades en la que continúan faltando respuestas. Por ello Clemente Rodríguez, uno de los padres, dice con razón “la tenemos muy difícil, muy difícil”.
Clemente Rodríguez encontró en los tatuajes la forma de honrar la memoria de su hijo desaparecido. Es un conjunto de imágenes con simbolismos que se conforma por dos tortugas, una virgen de Guadalupe, el número 43, un tigre y una paloma.
Es un hombre que se ha pasado la última década en la búsqueda de pistas en expedientes, en medio de marchas y experimentando un duelo prologado en su huerta.
Y es que de su hijo se ha encontrado un hueso del pie, pero él y su esposa no aceptan que ahí termine la búsqueda de Christian Rodríguez, un joven alto que entonces tenía 19 años y que desapareció junto a otros 42 compañeros.
Luego de eso, cada 26 de cada mes, Rodríguez y su esposa, junto al resto de familias de los 43, marchan por Ciudad de México para encontrar las respuestas.
