Llegaron a Huetamo, Michoacán en abril de 1865, 200 prisioneros belgas de la escolta de la emperatriz carlota

Llegaron a Huetamo, Michoacán en abril de 1865, 200 prisioneros belgas de la escolta de la emperatriz carlota
Autor: Ángel Ramírez Ortuño / Noventa Grados | Fecha: 2 de Mayo de 2023 a las 11:40:38

Huetamo, Michoacán; 2 de mayo de 2023.- A 152 años de distancia de que arribaran a Huetamo un grupo de personajes extranjeros que inmersos  en los sueños imperiales  de Maximiliano de Habsburgo y su esposa la Emperatriz Carlota, jamás imaginaron que su destino final rumbo al cautiverio sería Huetamo, y por ello, después de que esta ciudad fuera  el marco de  esa epopeya, con el mes  de abril se recuerda esa situación que  de  alguna forma puso a Huetamo en los ojos  del mundo, y como un guion de cine, desde  entonces este pueblo cambió en su genética, gastronomía y en su propia  suerte.

Todo empieza  el 11 de abril, de 1865,  según lo narra  Gabriel Silva  Mandujano, al momento en que las fuerzas republicanas comandadas por  el general Nicolás  de Régules tomaron  la ciudad de Tacámbaro, que  se  encontraba en poder de las huestes imperialistas integradas por 251 belgas y 38 mexicanos, y explica  que  el combate entre ambas fuerzas  duró cinco horas, con numerosas bajas entre  ambos bandos, entre  ellos  el capitán Chazal hijo del Ministro de Guerra  de Bélgica, mientras que quedaban presos 203 prisioneros belgas, quienes formaban parte de la guardia de la Emperatriz  Carlota y en apoyo de Maximiliano. 

Después de tal enfrentamiento, el destino de los prisioneros  extranjeros fue llevarlos a un punto remoto de Michoacán donde  no fueran fácilmente rescatados  por los soldados  de Napoleón, y su destino fue…¡ Huetamo!, y capítulo especial lo escribe  el secretario particular del General Riva  Palacio, el  Licenciado Eduardo Ruiz quien  reseña  su arribo a la   cárcel  de Huetamo, lugar al que  arriban un día 16 de abril de 1865 escoltados  por  el Coronel  Trinidad Villagómez, quien los  entrega al Coronel Leonardo  Valdez y cuyo recorrido desde  Tacámbaro  hasta  Huetamo en tortuosa  caminata  la  describe un sobreviviente de  aquella  epopeya, el escritor  belga Mr. Loomans.

 Según lo señala  Riva  Palacio y quien describe  con crudeza  como avanzaron desde  el 12  de abril por tierras frías para  después  penetrar en una  especie  de desierto que  compara  con el Sahara,   y al final, luego de cruzar ese inhóspito territorio  entre  San Antonio de las Huertas, Nocupétaro y Paso de Núñez, arriban extenuados  a Huetamo donde serán concentrados  en la plaza  de armas y se les ofrecen alimentos  que se  expenden en las  esquinas  de la plaza por un grupo de mujeres que Riva  Palacio describe  como las “chimoleras”, y donde descubren que algunas gentes  del pueblo padecen del mal del “pinto”.

 En la plaza  de armas, acicalados  por  el hambre y la falta  de atenciones, los orgullosos   soldados  franceses  de Napoleón, solicitarán que  se les  dote  de costales  de harina, manteca, frijol y que  ellos  mismos  serán quienes  elaboren sus  alimentos, y así conoce Huetamo por  primera vez las deliciosas  teleras, el codiciado pan de dulce, los pasteles y todos  esos  secretos  de la cocina francesa  que  en esta remota población dejarían como herencia  culinaria  para la posteridad, en contraparte, descubrirán que la carne  de iguana  era un manjar desconocido,  practicarán la carpintería con el apoyo de las grandes  reservas  de  enormes  árboles  que le daban a Huetamo una imagen de paraíso terrenal.

Y  en base  a su fama  de hombres  guapos y galanes , exigirán en una  solicitud firmada y dirigida  al Juárez  su derecho como prisioneros de guerra  a la- visita conyugal-, petición que  analiza y aprueba  el Benemérito de las Américas quien permitirá  que los  extranjeros  hagan la  corte  a las mujeres de la región que  así lo consideraran y por  ende, meses  después  vendrá la gran aportación sanguínea que  cambiará la genética regional, y motivo para  que  de nueva  cuenta  sean encarcelados, pero ahora  en el vecino pueblo de Zirándaro, pero la sangre europea ya era parte patrimonial de la terracalentanía  del Balsas.

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